sábado, 2 de febrero de 2013

El poder del discurso de los docentes del siglo XIX en las aulas de hoy


Actualmente, se piensa y se dice reiteradamente que los docentes deben utilizar las TIC: en las leyes educativas, en las programaciones de centro y de aula, entre nuestros alumn@s, etc., pero, existen maestr@s que continúan defendiendo un modelo de educación obsoleto y anticuado y desprestigiando todo aquello que introduce y valora las tecnologías. Parece que, en muchos casos los maestr@s prefieren enseñar a un ritmo lento y controlando la información, prefieren concentrar cada momento a una sola tarea, utilizar texto a multimedia, proporcionar información lineal y secuenciada, que los discentes trabajen individualmente y valorar mediante exámenes y pruebas escritas.  

Educar en el siglo XIX proponía enseñar de una manera uniforme a todos los alumnos, en muchos casos, provocando el retraso de los más avanzados y la frustración de los menos avanzados. Un proceso de adaptación que sólo algunos lograban asumir y, en esta asunción, inconscientemente también fracasaban porque muchas de sus cualidades nunca se desarrollarían. Una forma de reproducción en pequeño del sistema social dominante, la escuela desarrollaba personas que se adaptaban lo mejor posible a nuestro sistema social, que lo perpetuaban y, como fin último, que podrían mejorarlo, aunque, siempre, sin salirse de unas reglas establecidas. 

Hoy, cada vez más, y por motivos muy diversos, como en el siglo XIX, la escuela es un lugar donde los niños se almacenan bajo la vigilancia de los maestros para que estos los enseñen cosas que, quizá, actualmente, no tienen ningún sentido; porque el sentido lo da el contexto y el marco social en el que vivimos y, sabemos que ha cambiado mucho con respecto al siglo XIX, en eso estamos todos de acuerdo, entonces, ¿por qué el discurso de alumn@s, padres, maestros y administraciones no se comparte, no es el mismo?

Mientras nuestr@s niñ@s sueñan con twitear, wasapear o postear, y son tratados como delicuentes en la escuela por hacerlo, los maestros nos empeñamos en mandar callar y uniformar a un aula, despertando la frustración y descontento de los niñ@s. Una sociedad cada vez más diversa e infinita en sus posturas requiere de enseñadores que afiancen la creatividad y fantasía, la partcipación e interacción con las diferentes herramientas que conviven cada día con nosotr@s. Quizá preguntarnos por qué nuestr@s alumn@s no nos escuchan y por qué nosostr@s a ell@s tampoco, daría respuestas claves para mejorar el clima de trabajo y armonía en las aulas. 

En cierto modo las tecnologías, así sin más, introducidas en el aula no parece mejor que leer un libro o resolver una serie de ejercicios en torno a un contenido concreto. Las TIC sin nuevas metodologías son estériles, no estaremos fomentando su uso para aprender ni serán bien acogidas por nuestros alumnos, lo que verdaderamente necesitamos es un cambio de metodología, un análisis de nuestr@s niñ@s, de cómo aprenden y manejan las herramientas que tienen a su disposición y adaptarlas a nuestro entorno.

Los maestr@s no sólo deben enseñar sino que deben hacer y pensar en cómo hacer para que sus discentes aprendan y, la única manera de que aprendan es actualizando la escuela al contexto social en el que vivimos, un contexto social marcado por la tecnología y todo lo que ello conlleva, recibir información rápida de diferentes fuentes multimedia, proponer diferentes tareas al mismo tiempo, utilizar medios digitales, ya sean imágenes, vídeos o audios, interactúar con diferentes personas, medios y organismos, y, principalmente, divertirse.